Este día recorreríamos uno de los íconos de Irlanda, los
Acantilados de Moher, en el camino se encuentra un lugar único en el mundo, El
Burren, al cual también le dedicaríamos una visita.
Salimos de Galway bien desayunados y pusimos rumbo al primer
destino, el Castillo de Dunguaire. Este castillo data del siglo XV y se encuentra
en la bahía de Galway. Este lugar ha sido set de algunas películas, ninguna de
las cuales he viste jejeje. Durante el verano está abierto para los visitantes,
cuesta 5.5 E, pero como había muchísima gente y queríamos dedicarle más tiempo
a los acantilados de Moher no entramos.
Castillo de Dunguaire |
En la carretera inició a cambiar el paisaje, el pasto
comenzó a motearse de piedras grises, cada vez más abundantes, estábamos
entrando al Burren. Este lugar, que significa lugar pedregoso en gaélico, es
rico en yacimientos arqueológicos pues abundan las tumbas, además de vegetación
creciendo en las grietas.
El Burren |
Continuamos el camino hacia la Abadía de Kilmacduagh. Al
igual que muchas construcciones medievales, esta se encuentra en ruinas, pero
tiene una vibra diferente, probablemente debido a que estábamos solos o por lo
diferente del paisaje, disfruté mucho del lugar. La torre Irlandesa es su
ícono. La entrada es libre, aunque parece que está cerrado puedes pasar.
Abadía |
El siguiente destino está en el mero centro del Burren, el
Dolmen de Poulnabrone, el cual data de hace 5000 años! Es un monumento funerario
en el cuál se encontraron muchos restos humanos. Es increíble como el tiempo
pasa tan rápido para los seres humanos pero tan lento para sus construcciones.
En la salida, encontramos a un artesano muy curioso que habla muchos idiomas
(español incluido) que hacía collares con tu nombre en druida.
El Dolmen |
Para finalizar este día nos dirigimos a la cereza del
pastel, los Acantilados de Moher. La estacionada es de locos, nos tardamos
cerca de una hora en poder encontrar lugar, pero lo logramos! La entrada cuesta
6 E por persona e incluye el estacionamiento.
Este lugar es mágico, me gustó muchísimo! Lo malo, es que ya
había visitado Slieve League y aunque las comparaciones no son buenas, los
otros acantilados me dejaron sin habla, probablemente fue por la masificación
del lugar, todo muy “bonito” muy accesible, le faltó un poco lo salvaje, peeero
aún así me encantó. La entrada se encuentra justo en el centro por lo que
puedes recorrerlos hacia la derecha o a la izquierda, también te puedes salir
un poco del sendero establecido y ver más allá casi hasta pequeños pueblitos.
Destaca mucho una construcción, la Torre de O’Brien, a la
cual puedes acceder por 2 E y ver los acantilados desde un poco más alto. En
este lugar me llegó otro momento viajero… no sé. El pensar que estas
formaciones han tomado miles de años en formarse, en permanecer me hizo
recordar lo efímera que es la vida de los seres humanos, hay que aprovechar
cada segundo!
Después de recorrer los acantilados en ambos sentidos
comenzó a llover, así que aprovechamos para conocer el centro de visitantes. La
verdad sea dicha, aunque estén muy bien planeados, son educativos y todo, nunca
he disfrutado de esto, igual para los niños está más interesante.
Salimos ya tarde del lugar, aprovechamos al máximo nuestra
estadía y partimos hacia Tralee, para hospedarnos en el Tralee Holliday Lodge,
135 E habitación doble con desayuno incluido por dos noches.
Cenamos en el Cassidy’s Restaurants la comida completa en 30
E por los dos, estuvo delicioso, la gente muy amable, recomiendo ampliamente
este lugar. Caminamos un poco por la ciudad de noche para bajar un poco la
comida y fuimos a dormir.
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